Wednesday, November 28, 2007

Veo como se pinta tu silueta en el marco de la puerta. Un vez más llegas con el amanecer. La ventana del pasillo te ilumina mientras sigues tu usanza matinal. Dejar el saco y la corbata sobre la silla de la entrada, sigilosamente seguir hasta el baño, cerrar la puerta con cuidado para no despertarme. Después se escucha como prendes el agua para la ducha, te quitarás la ropa, te mirarás vanidosamente en el espejo, observando minuciosamente cada detalle de tu cuerpo que ya no es el mismo de hace años, mientras el espejo comienza a empañarse. Escucho como tu cuerpo irrumpe en la rítmica caída del agua. Me doy la vuelta, aún no me quiero levantar.

La alarma suena, estiro el brazo para apagarlo. Ya no estás en la cama. ¿Habrás llegado anoche? Miro el cuarto mientras me froto los ojos, la luz de la mañana ilumina de sobremanera el cuarto. Sobre la silla noto la corbata, sin embargo el saco está ausente. ¿Esa será la corbata de ayer? Imposible saberlo hasta no acercarse a él. Con desgana dejo la cama, el letargo matinal me acosa. El reloj da las 8, pero por el horario de invierno el sol pareciera burlarnos diciéndonos que es mucho más tarde. Prendo el agua mientras busco evidencia de tu llegada noche. Todo parece estar en orden. Si no fueras tan minuciosamente ordenado sería más fácil notarte. Al salir de la ducha creo escuchar algo abajo. Sí, debiste de haberte levantado ya. Me visto con la misma ropa mortuoria de todos los días, conjunto negro con blusa oscura, collar de perlas, argollas sencillas, un poco de rimel y rubor.

Al bajar encuentro el desayuno preparado, una tierna nota avisándome que llegarás para la cena. El plato está poco tibio, el jugo y la leche cubiertos de condensación. Como parada mientras ojeo los periódicos en el bar. Estrategia, Diario Financiero, sonrío tristemente, El Mercurio, La Tercera, La Nación, ¿qué ha pasado con la prensa libre?
Falta un cuarto de hora antes de que necesite marcharme. Reviso que todo esté en el portafolio. La cocina está inmácula como siempre. En la sala todo está ordenado, guardo los discos que se quedaron sobre la mesa y coloco la evidencia del crimen del martes pasado, de regreso en el librero. Tras dar una última pasada para asegurar que todo estuviera apagado, echo chapa a la puerta al salir.

2 Comments:

Blogger Genrus said...

La diáspora chilena pinta su silueta sobre los textos contemporáneos. Santiago no es la única ciudad que permite comer de pie, pero tal vez la única donde confluyen la nación, la Tercera y el mercurio en una misma mañana.

Quizá el atuendo mortuorio fue diluído al primer sorbo de café. Quizá simplemente, pasó de largo. ^^

Thursday, March 27, 2008 at 6:20:00 PM CST  
Blogger ~Angelique~ said...

Haces la tarea mi buen Genrus. :)

Tuesday, April 1, 2008 at 11:17:00 AM CST  

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