Me encanta darme en la madre yo sola. Cada vez que lo hago me doy cuenta, que soy una idiota. Y cada vez que lo hago prometo no volverlo a hacer, y sin embargo, lo repito. Es esa piedra con la que nos tropezamos vez tras vez. Es ese abrirnos, ceder todo de nosotros para que estrepitosamente nos destrocen el corazón, los sueños, la ilusión.

Soñar es hermoso, sin duda pintar un cuadro pactando nuestro futuro, todos los sueños y aspiraciones, los deseos más íntimos, los sentimientos más privados. En ese lienzo donde nos pintamos proyectando nuestra alma, sin reserva alguna; que en algún instante vemos como se levanta en llamas, consumido por los errores de cálculo, normalmente provocados por la ingenuidad.

Me gusta llorarle a los cuatro vientos. Proclamar que la vida es sólo alegría y decepción, osilando entre el éxtasis y la tragedia. Que en verdad siempre habrá altos y bajos y que no queda más remedio que aceptarlos con los brazos abiertos y pedir más. Vaya que lo bueno puede ser maravilloso y lo malo... lo malo... ahí dejémosle.

Life is a zero sum game.