Monday, January 09, 2017

Pistols

La fiesta comenzaba a las 12, planeaba llegar a las 9 para que le diera tiempo de hacer las pruebas de sonido necesarias.  Ofe celebraba su cumpleaños y a pesar de tener poco de conocerse se habían hecho amigas casi inmediatamente.  Ambas anarco feministas que seguían prefiriendo la música setentera a la actual.  Hoy el repertorio sería particularmente purista,  punk setentero en su mayoría británico.  Estaba emocionada, pero también un tanto ansiosa, sería la primera vez que estuviera a cargo de la música para una fiesta tan grande en una ciudad donde no conocía a casi nadie.
***
 Ella lo vio en cuanto entró.  Desencajaba terriblemente.  Llevaba unos jeans rotos de fábrica y una camisa blanca; todo demasiado nuevo, como si este atuendo fuera un disfraz.  Su porte no le ayudaba; caminaba demasiado erguido, demasiada confianza, su barba demasiado meticulosamente recortada, su cabello perfectamente arreglado.  Hasta no verlo entrar no sabía si en verdad vendría y se preguntaba como lo reconocería.  Habían platicado un poco antes y le había comentado que estaría de DJ en esa fiesta.  Él había dicho que iría, pero ya sabía que eso no era garantía de nada.  ¿Por qué habrá venido?  Es evidente que no acostumbra estos espacios.  En un instante su atención regresó a la consola y siguió con New York Dolls.  
***
Despertó con un brazo debajo de su cabeza, la mitad de su cuerpo sobre un cuerpo masculino.  Después de poder enfocar los ojos lo miró… tardó un poco en recordar a quien pertenecía esa cara.  Ah sí… él. Lentamente comenzó a recordar la noche anterior.  Risas, bebidas, bailar y bailar, heroína, bailar más y finalmente habían terminado en esta cama. ¿Dónde estaba esta cama?  Ahora no recordaba exactamente donde era.  Recordaba que había salido de la fiesta con el amanecer y de ahí habían caminado un rato.  Se habían detenido en un parque para platicar. ¿Qué parque habrá sido? Ya después de eso todo era aún más borroso.  Podría estar en cualquier lugar. Punzadas en la cabeza le recordaron los excesos de la noche anterior. Intentando no despertarlo se salió de la cama y se colocó una bata que estaba colgada en la puerta. Salió de la recámara y cerró la puerta. Su departamento debía ser entonces.

Sigilosamente buscó la cocina donde rezaba por encontrar una cafetera y café. Maldito dolor de cabeza. Tardó 10 minutos en encontrar  el café, llenó la cafetera y se dispuso a esperar en lo que salía el café.  Por la ventana divisó carros y calles pero nada conocido.  Podría estar en cualquier parte de la ciudad.  Examinó el departamento.  Definitivamente de soltero, pero había vivido aquí una mujer antes. Detalles que con el tiempo desaparecen, pero que aún se dilucidaban.  Los cojines del sofá, los amarres de las cortinas, los cuadros en la pared.  Terminó la cafetera y se sirvió una taza.  Decidió quedarse en el sofá y pensar que debía hacer.  Necesitaba ducharse pero podría esperar a llegar a su departamento.  ¿Quién era este chico y donde estaba este departamento?  Con la taza de café en la mano volvió a asomarse por la ventana.  El lago estaba del lado derecho entonces debía estar en el sur de la ciudad, pero ¿qué tan sur? Ya había amanecido y la luz entraba prodigiosamente por la ventana.  Una hora y media a pie a su departamento, 45 si encontraba alguna ruta que la llevara.  Regresó a la recámara con dos tazas de café, sin haber decidido porqué lo iba despertar en vez de simplemente irse. 
 -Buenos días dormilón.
Vió como abría los ojos, completamente desenfocados, miró al alrededor y finalmente se posaron sobre ella. 
-Hey, hola tú.
La misma incertidumbre y recuento de lo acontecido la noche anterior pasó por detrás de sus ojos.  Finalmente le sonrió, cuando le pasó el café.  Se irguió sobre la cama para poder sorber de la taza.  Sus ojos recorrieron el cuarto.
-Se te ve muy bien esa bata, pero se vería mejor en el piso.
No pude evitarlo, solté una carcajada y le sonreí. 
-Que lindo departamento, ¿hace cuánto se marchó? le pregunté. Vi la confusión en sus ojos, pero no supe si era porque aún no despertaba o si le incomodaba mucho la pregunta. Siempre he tenido un toque especial para hacer las preguntas más incómodas en los momentos menos apropiados.  ¿Por qué no le regresé el piropo en vez de indagar en su personal pasado?  
-Calcularía entre 6 meses y un año, continué.  Me volvió a mirar inquisitivamente. 
-¿De qué hablas?
-¿Tu novia, o ex pareja?  Se ve claramente que el departamento lo decoró una mujer, pero que ya no está.   ¿Tal vez una amiga te ayudó a arreglarlo?  Volteaba y miraba todo el cuarto, como queriendo descifrar los detalles de los que hablaba.  Volvió a mirar una vez más alrededor y luego fijó sus ojos en los míos.

-Este no es mi departamento, jamás había estado aquí antes.  Supuse que era tuyo hasta que comenzaste a interrogarme. 

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