Thursday, December 05, 2013

Tacenda

No continúes leyendo, te advierto, no lo hagas, ¡no!  A mi siempre me han dicho que proveo demasiada información, pero sólo lo hago por qué a mi me gusta tenerla. All in the interest of "full disclosure". No entiendo por qué es una idea tan estigmatizada y problemática. Pero, lo es, así que deja de leer, no continúes.

Alguna vez dije que no me haría gracia que me pusieran el cuerno, pero preferiría ser la primera en enterarme que ser la última. En el caso de lo primero, podría hablarse de la posibilidad de reconciliación, en el caso segundo sería un punto y final, un "full stop".

Damas de compañía no te hacen falta, eso me queda claro.  ¿Y por qué habrían de faltarte? Eres esa brillante flama en la oscuridad que nos atrae, como polillas revoloteando, buscando después de semejante alboroto, en que cercanía posarnos para descansar nuestras cansadas alas.

Eres más adictivo que la heroína, con una sola noche tuve para engancharme.  No poder dejar de leerte, no querer dejar de re-leerte.  Volver a pasear entre nuestras palabras, las confesiones, esos primeros encuentros tentativos en los que inusitadamente había tantas coincidencias.  Desde fuera parecerían chistes locales o experiencias compartidas. Asociaciones mentales demasiado parecidas para ser coincidencia. Vaya, si no fueran sólo letras escritas a distancia, lo llamaría química. Detesto la palabra compatibilidad, pero tal vez sólo eso haya sido, la compatibilidad de experiencias.  Puntos comunes de conversación, visiones y percepciones compatibles.

Basta decir que desde esa primera madrugada, no pude dejar de pensarte.  De querer leerte a cada instante.  De comprenderte mejor.  De saber más de ti.  Bien te lo dije; parecería que hubieras perfeccionado el arte.  Sólo soltar suficiente para intrigar.  Para hacerlo memorable, para abrir el apetito.  Nunca suficiente para saciar el hambre.   Dos días consecutivos platicamos, y me regalaste dos hermosos cuentos. Cuentos que no sirvieron más que para profundizar ese sentimiento de curiosidad, de deseo, de intriga.  Fomentaste la adicción, una línea a la vez, poco a poco, creaste un hábito, una costumbre, una dependencia.

 ***

Después, sólo hubo silencio.  Con ese silencio llega la revelación; estás enganchado, comienzas a darte cuenta de cuan perdido estás en realidad. Ese silencio te permite pensar en ese objeto intrigoso, revisitar esas palabras para llenar ese silencio, ese nuevo silencio que nunca habías notado antes. Lo piensas y lo imaginas pero sobre todo lo extrañas y deseas. Tu hambre por conocerlo mejor, por saber más, por terminar de llenar todos esos espacios y vacuos. ¿En verdad quieres saber más? Tal vez sólo quieres por fin encontrar ese elemento que lo hace tajantemente inválido, una diferencia inconciliable para que con eso, lo puedas enterrar en tu cementerio personal, junto con todos los demás que han sido incapaces de sobrevivir tu escrutinio.

Pero no, él también está en este juego.  Él también te está manejando, tal vez no intencional o conscientemente, pero lo hace.  Lo peor es su maestría al hacerlo.  Sólo unos minutos de conversación, para dejar el tema colgando.  Unas frases particulares, esa indirecta...  ¿Y el otro comentario? ¿Será una indirecta aún más sutil, también dirigida a ti?  No, es poco probable, sin embargo es posible.  Y no dejas de darle vueltas al asunto. Al ser imposible encontrar una resolución clara o definitiva, no puedes dejar de pensarlo, de darle vueltas, intentando encontrar ese detalle que solucione el conundrum. ¡Maldita ambigüedad lingüística!  Y luego están todas las demás ideas y temas que dejó ahí.   Cada una, una pequeña intriga.  La pizca que está para atraerte, ese detalle único que lo hace interesante, diferente, pero no suficiente para adivinar ni suponer.  Y lo frustrante sólo te hace desearlo más. Te quieres empeñar aún más pensando (cándidamente) que puedes desentrañarlo.  Quieres adquirir esas historias, completar el enigma, resolver el misterio.  Pero no lo permite. Cada vez que te resuelve una duda, sutilmente deja sembradas otras 10 semillas. Y sin embargo, por esos minutos (¡divinos minutos!) estuvieron nuevamente en comunión, con esa comunicación fluida y natural, que nuevamente te toma, te sumerge en ese torbellino donde sólo está él, y dentro del cual no puedes pensar en nada más.

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